El deporte es uno de los fenómenos más increíbles del mundo: es capaz de unir personas, traer paz, sacar sonrisas, brotar lágrimas y generar un sinfín de sentimientos indescriptibles e increíblemente auténticos. Pero hay una sensación particular que no tiene explicación alguna: el amor por una disciplina es capaz de crear familias entre personas que no comparten lazos sanguíneos.

Todos los días de temporada LPB desde hace siete años un grupo de amigos se reúne bajo el techo del imponente Forum de Valencia, uno a uno llegan con su uniforme característico que consiste en una camisa color azul, algún que otro objeto para hacer ruido y una imborrable sonrisa en el rostro. Recorren las instalaciones, suben escaleras y se concentran en la parte baja de las sillas color amarillo, allí despliegan sus “trapos” con los que le dicen al baloncesto venezolano que nadie tiene más pasión que ellos.

Su nombre es “El Combo Azul” y son la primera barra organizada en la historia de Trotamundos de Carabobo. Han visto durante toda su vida al equipo de sus amores jugar y alcanzar éxitos, pero también derramar lágrimas y ser derrotados. Jornada tras jornada asisten a los partidos y animan como si no hubiera un mañana, siempre entre risas y bromas.

Sus orígenes son diversos, sus formas de pensar distintas y sus personalidades contrastan, pero los colores que llevan en el alma los convirtieron en una familia casi inseparable. Esa es su filosofía: van a los juegos a disfrutar del deporte de la manera más sana posible. No predican el odio, sino todo lo contrario; aquellos que son fanáticos de otros equipos no son enemigos, en realidad son hermanos venezolanos que sencillamente sienten otros colores como suyos. Obviamente esto no los hace estar exentos de bromas y chistes, pero entre risa y risa las diferencias se desvanecen.

El transcurso de los juegos a su lado es algo único, no se cansan de alentar en ningún momento y de gritar a los jugadores contrarios para desconcentrarlos, la gran mayoría de las veces además de lograr su cometido consiguen que estos se rían y les devuelvan el gesto con una sonrisa.

Uno de los aspectos más valiosos de esta familia es la incondicionalidad: es muy fácil ser fanático del expreso hoy en día, cuando los jugadores grandes llevan a la franquicia a finales e inclusive consiguieron ser campeones de la Copa LPB 2019. Pero El Combo Azul ha estado allí siempre, en las noches oscuras del Forum, en las temporadas de bajo rendimiento, inclusive en las fatídicas finales de los últimos años; no es fácil volver de Barquisimeto con la moral por el suelo al haber perdido un título, con el cariño a una camisa como único aliciente.

Unos auténticos «trota-mundos»

La consigna es seguir al equipo a donde vaya, eso incluye viajar a los otros recintos y visitar ciudades nuevas. Para esto suelen alquilar autobuses que pagan entre todos, allí cantan, charlan, ríen y hasta bailan: son capaces de convertir un tedioso recorrido en una experiencia divertida e inigualable.

Además de todo esto, en sus interminables travesías han hecho amistades con otras barras del país, desde Marinos hasta Bucaneros, todo el baloncesto venezolano los conoce. Esto demuestra el ambiente increíblemente amistoso y cordial que se desarrolla en torno a este deporte, algo totalmente admirable.

Pero no todo es color de rosa, a lo largo de su historia han tenido que vivir momentos difíciles afuera de su ciudad. Particularmente finales perdidas contra equipos en localidades lejanas, dormir fuera de casa con una derrota reciente deambulando sin parar en su cabeza, organizaciones que hacen lo posible por negarles la entrada a algunas canchas. Todo esto y más ha sido con lo que ellos han lidiado, aunado a esto el pensamiento de que “la temporada que viene va a ser mejor” se comenzaba a quedar corto luego de tantas decepciones en cadena, hasta que un año todo cambió.

2019: Un año inolvidable

Luego de que la LPB haya anunciado el calendario de la nueva copa, las esperanzas resurgieron y colmaron la mente de todos los miembros del combo. “Este es el año”, “No hay manera de que perdamos esta vez” eran algunos comentarios que se podían oír entre ellos.

Partido tras partido asistieron al hogar del expreso y se dejaron la garganta en cada cántico, en cada pitido y en cada celebración. Lo vivieron todo de una manera única, su presencia era indiscutible y los jugadores valoraron eso en todo momento; luego de cada encuentro (como ya es costumbre desde hace algunas temporadas) salían y charlaban con ellos, además de tomarse fotos y reír un poco.

Vivieron la serie contra bucaneros y viajaron al Domo José María Vargas, en donde presenciaron aquella remontada espectacular. No dudaron en ir al Final Four, se ilusionaron contra Guaiqueríes y Lloraron en la final contra Guaros: no podían creerlo, el equipo de sus amores había conquistado la gloria de nuevo y ellos eran testigos en primera fila. Habían sido participes de una de las mejores temporadas (en una copa nueva) de los últimos años.

Sin lugar a dudas este grupo de amigos es único y es todo un icono en el estado Carabobo, todos sus logros son bien merecidos y sus intenciones son las mejores, de eso no hay duda. Ellos son el perfecto ejemplo de la actitud que tienen los invencibles habitantes de esta nación: Viven decepciones, afrontan adversidades y ven como el mundo se les viene abajo, pero aun así no se rinden, siguen peleando y en absolutamente ningún momento dejan de reír y disfrutar.

Larga vida a El Combo Azul…

Ángel Torres

Director y redactor

19 años – Amante de las perspectivas diferentes y de las historias. Incondicional fanático de la práctica de todo tipo de deportes.

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