Con un estadio José Bernardo Pérez a reventar, el 9no ining llegaba con la expectativa de si tan increíble hazaña sería capaz de completarse en aquel imponente escenario. El grito de “1, 2, 3” no se hacía esperar por parte de la fanaticada; José Lobaton se presentaba como primer bateador de la entrada frente al norteamericano Lerew, quien con una frialdad similar a la de un cubo de hielo se impulsó hacia el home y un swing a un picheo en la zona interna del plato elevaba un globo a la segunda almohadilla que abriría las puertas a la esperanza filibustera.

Eduardo Pérez alistaba el madero para consumir su turno en el box mientras las gradas celebraban con una euforia desbordante la cercanía de una hazaña que pocos tienen el privilegio de ver. Seis picheos en total dieron como resultado un pasaporte a la primera que enmudecía a la gran cantidad de aficionados que asistieron al estadio. Un Lerew serio volvía al montículo listo para enfrentar a su siguiente rival que sería nada más y nada menos que Marwin Gonzales, al ver la situación el receptor Robinson Chirinos se acercó al morrito para calmar a su lanzador.

Todo quedaba acordado, lo que se tenía que decir ya estaba dicho y así la situación quedaba en manos de Lerew, quien mirando a la grada y respirando profundamente se acomodó en la lomita, recibió las señas del catcher y en un conteo de dos bolas y un strike se enfiló al plato.

Una recta realizaba el camino hacia el centro del plato cuando es impactada con fuerza por el bate de Gonzales, el tiempo se detuvo por un instante cortando la respiración de los presentes, el ambiente mantenía su incertidumbre hasta que con unos reflejos audaces el mismo Lerew capturaba la esférica y se dirigía a la incial para completar la doble matanza que inmortalizaría su presentación como el decimosexto juego sin hits ni carreras en la historia de la pelota criolla…

Aquel encuentro  por parte de los caraqueños no se recuerda con mucho agrado y por parte de los eléctricos quedará para su historia como un día memorable. Pero los flashes se apagaron, el tiempo pasó y muchos fanáticos magallaneros aun hacen memoria de esa noche histórica y preguntan tímidamente: ¿qué fue de la vida de Lerew?

Las temporadas pasaron y con ellas muchos importados se fueron y otros vinieron, pero había un nombre que se desapareció de las listas: el de Anthony Lerew. Unas campáñas no tan buenas propiciaron el adiós de un jugador que quedó marcado en la historia de la pelota tricolor. Sin embargo las malas actuaciones no serían el factor determinante para despedirse de los terrenos de juego por un tiempo, sino que sería una infección la que haría peligrar su carrera profesional.

Corría el año 2015, realizaba una nueva apertura con el York Revolution de la Liga Atlántica de Beisbol Profesional cuando tuvo que salir del partido asistido gracias a una lesión que lo dejaría fuera por toda la temporada. Una fractura de dos huesos en su pierna lo llevaría de inmediato a ser intervenido quirúrgicamente para así recuperarse lo más rápido posible.

Posterior a la operación los pronósticos eran alentadores para Lerew, quien ansiaba volver a los terrenos de juego lo más pronto posible pero sus aspiraciones serian desmoronadas gracias a una infección que retrasaría aún más su recuperación y requeriría ser operado de nueva cuenta. Una intervención para reparar una fractura se convertiría sin previo aviso en un total de 14 operaciones para lograr salvar la pierna del que alguna vez fue el héroe de los fanáticos magallaneros en Venezuela.

El dolor y la angustia eran insoportables, sentimientos que lo obligaron a tomar la decisión de comunicarle a su médico que ya no era capaz de resistir más procedimientos por lo cual quería que le amputaran la pierna y así acabar con ese sufrimiento de una vez por todas, pero estas peticiones no fueron acatadas. Por su parte el doctor le pidió al lanzador un poco más de paciencia y fe, debido a que pronto lograría la tan ansiada recuperación y sobretodo volver a los terrenos de juego.

Decisión correcta la del médico encargado del jugador californiano, ya que al cabo de unas semanas la rehabilitación del pelotero era completa y su regreso al deporte de sus amores era inminente. Luego de esta nada grata experiencia Anthony Lerew volvió a Venezuela a lanzar por primera vez en mucho tiempo y aunque no lo hizo con el equipo en el que realizó su más grande hazaña, siempre llevará ese recuerdo en su mente.

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