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Curiosidades

La noche más oscura

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Corría el ya lejano año de 1970, el mundo no era para nada como lo conocemos hoy en día; la globalización era casi inexistente, la comunicación era más aparatosa y obviamente el futbol era diferente.

Aquel día era diferente, en Montevideo quizás había un ambiente de júbilo mientras que los visitantes probablemente se sumían en la incertidumbre. La manera en que se vive el futbol puede mutar un poco, pero el entusiasmo siempre será el mismo mientras exista la humanidad.

En la temporada pasada el Deportivo Galicia se había consagrado como campeón de Venezuela, mientras que el ya extinto Valencia Fútbol Club finalizó como subcampeón. Ambos irían a la Copa Libertadores ¡Vaya orgullo! ¿O no?

Los equipos venezolanos lamentablemente tenían muy difícil el hecho de hacer buenas participaciones y esta no sería la excepción. El 15 de marzo estaba pautado el histórico y nefasto partido entre el Valencia y Peñarol en aquel lúgubre Montevideo desde la perspectiva del cuadro carabobeño.

El árbitro hizo sonar su silbato y comenzaba el encuentro. El conjunto local era amplio favorito, con grandes jugadores experimentados. El Valencia por su parte era una especie de híbrido, con tan solo cinco jugadores venezolanos en cancha; a diferencia de los diez uruguayos que saltaron al campo aquel día con la camiseta de su equipo (8 titulares y 2 entraron como suplentes). Entre ellos destacaba el defensa Pablo Forlán, padre de Diego Forlán.

Al minuto 10 comenzó la pesadilla valenciana, el ecuatoriano Alberto Spencer abría el marcador para el equipo local. 6 minutos después volvería a anotar para adjudicarse un doblete.

Al 23’ El uruguayo Julio Losada perforaba el arco visitante de nuevo. Al 43’ Nilo Acuña colocaría otro tanto en la pizarra. Dos minutos después el celeste Pedro Rocha perforaba el arco visitante otra vez. Por suerte, el venezolano Reinaldo Lovizutto anotaba un gol al 48’ para al menos no irse con las manos vacías.

La pesadilla continuaba sobre el césped del Centenario. Al 51’ Losada convertía su segunda anotación, cinco minutos después Rocha también reclamaba su doblete; que tras otros cinco minutos se transformaría en triplete. Al 68 Waldemar Cáceres que había entrado como sustituto sellaba un implacable 9 -1.

Solo tres minutos se hizo esperar otro grito charrúa, al 71’ el argentino Ermindo Onega convertía el primero de sus dos goles. Por fin al 84’ vino la paupérrima reacción carabobeña con el segundo tanto del equipo, por parte del venezolano Roberto Salles. La carnicería montevideana fue finalizada por Onega, que a los 88 minutos envió el balón al fondo de la red por última vez en el partido.

Aquel partido batió varios records ¡el resultado final fue 11 a 2! Es hasta ahora la mayor goleada en la historia de la Copa Libertadores, además de ser el encuentro con mayor cantidad de tantos por parte de ambos equipos.

Sin lugar a dudas, fue un momento triste, no obstante esto forma parte del crecimiento de nuestro balompié. De las derrotas se aprende y el futbol vinotinto ha crecido muchísimo, quizás no tanto en el ámbito de los clubes, pero hoy en día el nuevo Carabobo FC ve aquella derrota de su antecesor con una tímida sonrisa, porque sabe que la ciudad ahora tiene un equipo que lo dejará todo en el terreno para que esto no se repita.

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Basket

Trotamundos: el año de la gloria sorpresiva

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Fue hace mucho, varias décadas ya desde aquella gesta; no parece tanto pero indudablemente el tiempo puede ser perversamente engañoso, esquivo y en ocasiones irreal. Lo cierto es que no hay manera de detener el inclemente paso de las agujas del reloj, mucho menos de retrocederlo, aunque sí hay algo que podemos hacer: recordar.

Era el último año de la década, del siglo y del milenio: 1999 fue especial para muchas personas y en este caso para una franquicia. El mundo y Venezuela eran otros, las personas estaban menos conectadas, la tecnología aún no alcanzaba la escala global que tiene hoy en día y el deporte se vivía de una manera diferente; menos sistemática y más “artesanal”. Las imágenes no se publicaban en Instagram, se guardaban en la memoria para ser recordadas años después, y las historias se “posteaban” en conversaciones con amigos en lugar de las redes sociales.

Uno de los equipos más importantes del baloncesto venezolano tenía por delante una de las temporadas más gloriosas de su existencia y no lo sabía. La cancha del Fórum de Valencia sería el “coliseo” en donde se librarían batallas muy importantes, las personas que asistían serían los espectadores hambrientos de acciones heroicas y los jugadores fueron los protagonistas de aquellos eventos tan esperados.

Hasta aquel momento el expreso azul solo poseía cinco títulos nacionales. El torneo no transcurrió como era de esperarse pues en Valencia no eran para nada favoritos, inclusive tuvieron que cambiar de entrenador en reiteradas ocasiones. No obstante, el Fórum había sido inaugurado hacía ocho años y quería convertirse en el escenario en donde su amado equipo levantara una copa.

Trotamundos avanza paso a paso, con algunos problemas en el camino y con una postemporada un tanto difícil; sin lugar a dudas la ruta no iba a estar despejada. Luego de tantas adversidades consiguieron llegar a la final, donde se ve las caras con Panteras de Miranda. Todo estaba listo y quien ganara cuatro partidos sería coronado campeón. Luego de una peleada serie, los mirandinos sucumben ante los carabobeños en el sexto juego, el marcador que se posaba encima de las cabezas de los presentes indicaba un 103 – 86 favorable a los locales. El fórum por fin pudo ver a los azules bañarse de gloria.

Pero obviamente, era un título más; a pesar de que el hecho de ser considerado como el mejor equipo de Venezuela es importante, no deja de ser algo que ha conseguido la mayoría de franquicias.

Nuevo milenio, nueva gloria

Se cumplen entonces todos los días de aquel 99 y en medio de la fiesta mundial cargada de alegría y esperanza comienza un nuevo año, que traería consigo la parte más importante de esta historia. Los equipos campeones de cada liga sudamericana participaban en el ya extinto Campeonato Sudamericano de Clubes Campeones. El poderosísimo Vasco da Gama venía de ser bicampeón de dicha competencia, era un auténtico gigante del baloncesto continental que en ocasiones hasta se había medido a equipos de la NBA en otras competiciones.

Es entonces como el expreso azul emprendía una nueva travesía sin ser del todo favorito. Luego de haber roto toda predicción posible (a pesar de haber ganado este certamen dos veces en el pasado), el equipo valenciano tomaría participación de una nueva final, esta vez contra el monstruo carioca.

Todo estaba listo y el Fórum se vestía de gala, albergaría el duelo decisivo para ver quien se hacía con el título. Debajo del cielo que cubría la ciudad venezolana que era bañada por su ambiente ya de antaño, se citaban los aficionados al deporte de las alturas, con las expectativas de ver a su equipo cubrirse de gloria sudamericana.

Increíblemente, el conjunto azul consiguió dar la sorpresa ante su antagonista y conseguía algo de lo que pocas personas hoy en día son conscientes, pues el implacable paso del tiempo no perdona a la frescura de la memoria: convertirse en el mejor club de toda Sudamérica en su propio recinto en contra del Vasco da Gama, arropados por el júbilo y la algarabía de sus espectadores. La temporada 1999/2000 fue indiscutiblemente una gloria sorpresiva.

Sin lugar a dudas Trotamundos es uno de los equipos más importantes de la historia del baloncesto venezolano y un auténtico emblema del estado Carabobo. Desde aquí esperamos pacientemente futuras celebraciones nacionales e internacionales que seguro llegarán en cualquier momento.

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Beisbol

¿De dónde viene el apodo «la nave turca»?

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Amanece un día como cualquier otro en Flor Amarillo, el sol se posa sobre el horizonte y los habitantes de la pintoresca localidad se disponen a comenzar sus quehaceres diarios. El olor de las arepas se desprende de las cocinas, en donde las amorosas madres preparan el desayuno de sus familias.

Carlitos es uno de los hijos que espera pacientemente su comida, tiene que ir a la escuela pero su mente está ocupada en otra cosa: la temporada de béisbol. Es 15 de noviembre y la pelota está en pleno auge, la noche anterior Magallanes le había ganado a Margarita y se había colocado en segundo lugar a tan solo medio juego de las Águilas.

El niño de unos 8 años rememoraba el partido una y  otra vez mientras estaba sentado en la mesa. “Endy Chávez al bate,  parte baja del noveno inning con cuenta de 3 y 2, dos outs, la carrera de la victoria en tercera. Se prepara el pitcher, viene el lanzamiento y…” De pronto vuelve en sí y oye a su mamá: “Carlitos, ahí está la arepa mi amor, come que vamos tarde”.

De camino a la escuela el jovencito recordaba una y otra vez algo que le generaba gran curiosidad; oyó al narrador aquella noche anterior llamar al equipo de sus amores “la nave turca”. Pasó el día pensando en aquello ¿Qué es “turca”? ¿Por qué las personas le dicen así a un equipo que realmente se llama Magallanes? Discutió aquello con sus amigos durante el recreo, pero pocas respuestas fueron las que pudo obtener. Todos eran muy pequeños para comprender el origen de aquel pseudónimo y por si fuera poco la mayoría de sus compañeros eran caraquistas.

Mientras esperaba que mamá lo recogiera se le ocurrió una brillante idea. En su casa casi todos eran fervientes fanáticos del Magallanes, se sentaban a ver los juegos juntos y gritaban o se lamentaban dependiendo del resultado. Entonces pensó que el abuelo, quien era la persona de mayor edad y el “erudito” del béisbol en la casa, le podría aclarar su duda.

Al llegar lo primero que hizo fue correr hacia los brazos del señor Alberto, su abuelo, el niño le dio un abrazo lo más fuerte que pudo y recibió un cariñoso beso en la frente. En seguida recordó su dilema ¡casi se le olvida! “Abuelo Beto, una pregunta, ¿por qué a mi equipo le dicen la nave turca?”. El señor esbozó una sonrisa que denotaba ternura y picardía; pues el único que sabía el significado era él, pero también era el único caraquista del hogar…

“Siéntate Carlos, ustedes los magallaneros son una cosa seria” comentó riéndose, “Como sabrás tu equipo nació en Caracas, mi ciudad, más específicamente en Catia. Los primeros años no fueron fáciles y no se parecían en nada a las temporadas de ahora, no obstante los equipos iban pasando por transformaciones y muchas veces cambiaban de sede. Durante una época el Magallanes jugó en una zona de la capital en donde había muchos inmigrantes de países árabes, que entraban a nuestra querida Venezuela bajo nacionalidad turca. Esto hizo que las personas comenzaran a llamar turcos a tus queridos navegantes y con el paso de los años las personas se acostumbraron a ese apodo”.

Por fin el niño comprendía aquello que le había generado tanta curiosidad. “Anda y cámbiate que tenemos que estar en el campo a las 4, hoy tienes que dedicarme un home run en tu entrenamiento” comentó Beto riéndose. De camino a la práctica ambos hablaron largo y tendido acerca de la historia de nuestro deporte. Carlitos caminaba con su guante en una mano y agarraba a su abuelo con la otra. No solo entendió el porqué del pseudónimo, sino que aquel día supo que la rivalidad hacia el Caracas era algo meramente deportivo y que a todos los venezolanos nos une el cariño por esta disciplina, de alguna manera u otra todos somos hermanos sin importar nuestros colores.

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