Antes de comenzar a leer este texto, nos gustaría aclarar de manera vehemente que no tomamos partido hacia ninguno de los dos «bandos» en esta constante disputa por imponerse como la competencia oficial de basket en Venezuela.

Los primeros días de la Superliga de Baloncesto Venezolano han transcurrido con relativa normalidad. Para muchos fanáticos de este deporte, la nueva alternativa es considerada como un «éxito rotundo». La oportunidad de poder ver plantillas integradas exclusivamente por jugadores venezolanos (esto incluye a naturalizados también), el surgimiento de franquicias con sedes en partes del país que solían carecer de deporte profesional, y el despliegue comunicacional magnifico de un torneo que cuida hasta el mínimo detalle de su propia imagen, han hecho que la «SLB» sea una opción sumamente atractiva.

Cocodrilos de Caracas y Trotamundos de Carabobo; dos de las organizaciones deportivas más reconocidas y sólidas de la nación, se unieron en una primera expansión que incluyó también a Taurinos de Aragua (No debe confundirse con Toros), Héroes de Falcón e Indios de Caracas. Guaros de Lara formalizó su petición pero se le negó por el momento y existe el rumor de que se podría incorporar en la edición que comienza a finales de año.

Este movimiento fue clave para la realidad del baloncesto venezolano. Saurios y carabobeños, mas allá de haber perdido a muchas de las piezas con las que competían en la LPB, son equipos de mucho peso simbólico. El haber optado por unirse a la Superliga generaba la sensación de que la competencia de antaño habría desaparecido del mapa; de manera silenciosa, incapaz de pagar su deuda y llevándose consigo muchos momentos memorables.

¿Una mejor alternativa?

Sin embargo, no todo era nostalgia. Ciertamente, la SLB trajo un poco de aire fresco, con una imagen muy profesional y abriendo nuevos frentes que hasta el momento habían sido ignorados. El torneo transmite sus juegos a través de plataformas digitales, hay un tratamiento agradable de las redes sociales y se siente cierta «cercanía» con los fanáticos. Se podría decir que el ambiente es óptimo y de una manera u otra, gran parte de la afición se siente conforme con un segundo torneo en menos de un año, que además ha mejorado el nivel de juego.

Evidentemente hay personas reacias a un cambio de esta magnitud. Muchas veces, estas actitudes tienen una justificación política bajo el concepto de que «esta liga es de un determinado color y la otra pertenece a los contrarios». En realidad, en ocasiones dichas ideas resultan difusas porque varios de los propietarios dentro de la LPB son o han sido abiertamente afines al gobierno venezolano (no vamos a decir nada al respecto porque este no es un portal político).

Hasta hace unos días todo marchaba en aparente calma, con un dominio absoluto del panorama de la Superliga ante el constante silencio de la LPB. Lucía como una transición lenta hacia el renacer del baloncesto tutelado por la FVB, después de aquel 1992 en el que se creó el torneo independiente y privado. No obstante, esta aparente paz fue abruptamente interrumpida por un hecho aparentemente banal e insignificante, pero que puede resultar interesante y ser un indicador de algo más.

Pequeña inflexión

El 3 de abril, la cuenta oficial de la LPB en Instagram (@lpbaldia) hizo una publicación después de un tiempo de inactividad. Se trata de un vídeo alusivo a las mejores jugadas de la temporada 2015 y en la leyenda hay un emoji con un reloj, además de la frase «¡El espectáculo deportivo de Venezuela!». En la sección de comentarios varios usuarios preguntaron sobre la supuesta desaparición del evento y el community manager (la persona encargada de manejar las redes sociales) respondía con el símbolo del reloj ya mencionado, haciendo alusión a que pronto habría novedades.

Tres días después publicaron otro video; esta vez con Robert Glenn como protagonista en el concurso de clavados de 2011 en el Forum de Valencia. Los seguidores de la cuenta hicieron las mismas preguntas y obtuvieron respuestas idénticas, pidiendo calma y refiriéndose a próximas noticias. Esto significó una minúscula señal de actividad en las redes luego de que pasara la fecha estipulada para el supuesto inicio del torneo en febrero, bajo un silencio absoluto por parte de la organización (que solamente fue interrumpido para lamentar las tristes pérdidas del profesor Israel Sarmiento y el señor Rodolfo Tovar).

Ahora bien, evidentemente esto no significa nada y está lejos de ser la prueba concluyente de un «reinicio», pero deja algunas incógnitas intrigantes en el aire: ¿Por qué movieron sus redes si en teoría no tienen margen para maniobrar? ¿En serio están planteándose retomar el torneo? ¿En caso de hacer el ensayo de una edición sin aval de la FIBA y la federación, los equipos solventes querrán entrar?

La primera impresión que hay, es que probablemente algo tuvo que haber pasado para que hayan tomado la decisión de reactivar sus publicaciones. Al parecer esto se trata de una campaña de incógnita, pero no se sabe si realmente tienen una decisión entre manos y todo esto es un indicador de movimientos administrativos internos. Por otra parte, no se debe subestimar nunca el poder que tienen las redes en la actualidad, debido a que son la conexión directa con los fanáticos.

Si bien es cierto que esto puede representar un atisbo de esperanza para quienes aspiran a que vuelva la Liga Profesional de Baloncesto, no hay que olvidar que varias franquicias todavía tienen deudas pendientes, sobre las cuales los jugadores se han referido de manera negativa, y que tendrían que saldar con creces para pensar en «resucitar» el certamen. También resulta llamativa la idea de que el tema pasó a ser un «tabú». Mucha gente allegada al entorno del basquet prefiere no hablar del dilema (ni para bien, ni para mal). De momento la única certeza que hay es que para retomar la LPB hay que sortear tantos obstáculos que el proyecto puede llegar a ser inviable.