Caracas, la capital del país; según muchos jugadores aquí se disputan los mejores torneos de baloncesto de todo el territorio venezolano, y es ahí donde precisamente nació Aarom Espinoza, aunque su corazón y crianza llevan un poquito de otros estados.

Se podría denominarlo como “el aragüeño”, pero tuvo una infancia compartida entre San José de Barlovento, en el estado Miranda, y Cagua. A pesar de que tiene presente estas dos localidades, el estado aragüeño tiene un peso mayor para él, puesto que vistió sus colores en varias oportunidades.

El ahora basquetbolista, desde pequeño fue un atleta nato: antes de elegir este deporte practicó judo, atletismo, futbol, béisbol y voleibol. No fue sino gracias a una coincidencia de calendarios entre la temporada de béisbol, voleibol y baloncesto, que decidió quedarse con el balón anaranjado en sus manos y tomarlo en serio, a los 15 años de edad.

El camino azul con rojo

Luego de participar en campeonatos estadales, que es de donde normalmente los entrenadores de cada región absorben talentos para participar en las preselecciones y así conformar los equipos para competir en diversos campeonatos; no logró despertar un interés real, aunque sí demostraba un gran talento.

Igualmente, en Miranda jugó campeonatos estadales con la única diferencia de que allí sí fue llamado a participar en la preselección de dicho estado, pero lamentablemente no pudo ser parte de los 12 jugadores que viajarían al nacional. Esta decisión dejó un sabor amargo en su boca, y fue así como, a sus 15 años, decidió volver a Cagua para buscar una oportunidad con el uniforme azul y rojo.    

Justamente, estos dos colores son los que usa la selección del estado Aragua… El camino para lograr vestir esta camiseta le fue un poco cuesta arriba, no por no tener talento o no dar la talla, sino por motivos incluso ajenos a su voluntad.

Luego de regresar a la ciudad de Cagua, quien lo recibió fue el profesor Israel Sarmiento en conjunto con otros entrenadores, para dar inicio a una fase previa que no fue tan corta como muchos pueden pensarlo. Se trató de un trabajo de dos años de preparación del equipo para lo que era —en aquella época— uno de los eventos deportivos más importantes en Venezuela: los Juegos Nacionales Juveniles del año 2013.

Todo fue un poco difícil al principio por cuestiones de adaptación, debido a que los muchachos del grupo llevaban tiempo jugando juntos y recibir a alguien nuevo «descontrolaba» un poco la dinámica. Por suerte, no fue imposible amoldarse y logró vestir la anhelada camiseta de la selección de Aragua, a partir de la categoría juvenil (U17).

A pesar de que hubo altas y bajas con este conjunto, siempre surgieron motivos para celebrar, sobre todo la clasificación a los Juegos Nacionales, donde nadie creía que el equipo pudiera concretar el trámite y no solo lo hicieron, sino que se posicionaron de segundo lugar a escala nacional, adicionando que Espinoza era cotizado como el mejor basquetbolista de la categoría.

Del azul al vinotinto

El sueño de todo atleta de vestir el color vinotinto se cumplió para él por primera vez en el año 2013, en Uruguay, compartiendo cancha con jugadores que ahora, al igual que él, son profesionales tales como José Sojo, Adrián Espinoza, Ángel Blanco, entre otros.

Asimismo, perteneció a la selección venezolana durante el mundial 3×3, llevado a cabo en Qatar, donde participó acompañado de Gabriel Pino, Garly Sojo y Ernesto Hernández. Son las únicas ocasiones que Espinoza ha tenido el honor de representar al país en eventos internacionales… A pesar de haber sufrido lesiones de tobillo en ambas oportunidades , siempre ha logrado competir ya que, para él, vestir la camiseta vinotinto es algo muy especial.

UCLA, sinónimo de orgullo

La Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) es descrita por Aarom Espinoza, con mucha alegría, como «lo máximo» y es un verdadero orgullo para él haberla representado. Desde el día uno, se sintió complacido de llegar hasta allí, ya que el recibimiento de parte del Rector, el Decano, el encargado de deportes y de personas como el profesor Manuel Alfonso, fue muy especial, incluso siempre fueron un apoyo bastante importante.  

Tanta fue la receptividad que tuvo por parte del cuerpo técnico que, en un punto del camino, hubo una coincidencia de calendarios; tal como había pasado anteriormente, pero esta vez lo que coincidía eran la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) y los Juvines —evento deportivo dónde participan los atletas universitarios del país—. Al respecto, siempre hubo preocupación por la idea de que no pudiese participar en los juegos, pero al final se dio todo para poder usar el uniforme verde en tan significativo evento.

El objetivo siempre fue la medalla de oro, pero esa vez lograron quedar a solo un escalón de ella tras perder la final contra el equipo aguerrido, como él lo describe, del Básico de Barquisimeto. A pesar de todo, el representar a esta universidad para Aarom fue algo fenomenal y no tiene más que palabras de agradecimientos hacia ellos.     

El cambio inesperado

Luego de algunos problemas, Espinoza decidió tomar un break de las canchas, mientras que estudiaba, trabajaba y era consciente de que poco a poco se alejaba del baloncesto.

Una llamada imprevista fue la que cambió todo. Aunque quien lo llamaba sabía lo que estaba pasando por su vida en ese momento, igual colocó la propuesta sobre la mesa como un “tómalo o déjalo”. La decisión final fue aceptar, y es que cualquier jugador aprovecharía la oportunidad de jugar fuera de su país.

El próximo destino sería Ecuador. Lo mejor de este viaje es que el boleto traía incluido un cambio de perspectiva sobre el baloncesto: entender mejor el juego, pero sobre todo, mucha responsabilidad ya que ser el referente de un equipo era algo nuevo para Aarom.

Gracias a Gabriel González y a la organización de Unión Deportiva Juvenil, hubo una transformación total en él como jugador (y como persona). Además, se agregaron a la lista algunos contactos especiales y muchas ganas de regresar al juego en canchas ecuatorianas.       

De un juego a lo profesional

Aquel niño de 15 años que eligió el baloncesto, solo pensaba que la vida sería estudiar, crecer y trabajar. Ser jugador profesional no era algo que pasara por su mente. No obstante, cuando comenzó a amar el baloncesto lo más atrevido que pensaba era ser un jugador de la NCAA. Esto era un sueño: ver los gimnasios repletos alrededor de él, los fanáticos, la experiencia de estar en un campo como ese y todo lo que su mente imaginaba, solo viendo los juegos en televisión.

Aarom, no logró jugar en la NCAA como tanto anhelaba, pero la constancia y dedicación lo llevaron a vivir de su deporte.

Su primera experiencia profesional no pudo ser con un mejor entrenador; el profesor Israel Sarmiento se encargó de llevarlo de la mano durante todo el camino, desde que eligió el basket hasta que comenzó a tomarlo como un trabajo serio. Sarmiento era el entrenador de Toros de Aragua en el 2018, y aunque Espinoza ya había sido parte de la organización de Cocodrilos de Caracas desde el 2013 hasta el 2016, con la camiseta azul fue que hizo su debut oficial en la liga.

El estreno fue mejor de lo que podría haber soñado, con el entrenador que siempre había estado con él y en una ciudad tan especial cómo Barquisimeto… Por cierto, ese primer juego ha sido su mejor partido a nivel profesional hasta ahora. Además, ahí fue que el propio Aarom se dio cuenta de que sí tenía el talento necesario para llegar lejos.

Actualmente, es reconocido en el baloncesto venezolano e incluso ha tomado papeles protagónicos en las ultimas temporadas. Varios de sus compañeros de equipo comentan que es un ejemplo a seguir, tanto dentro como fuera de la cancha.

¡Qué bueno que no se equivocó al tomar aquella decisión! Ahora es un basquetbolista profesional que ha pasado en los últimos años por Supersónicos de Miranda y Llaneros de Guárico en la Superliga de Baloncesto.   

Él afirma que Dios no se equivoca, y que justamente con él no se equivocó al hacerlo debutar un mes y diez días antes de cumplir 21 años, pues esa era la edad que tenía como límite para jugar profesionalmente porque de lo contrario, sus planes serían otros, muy alejados del basquetbol.

“Es por eso que la gente mayor siempre dice que el tiempo de Dios es perfecto”, Aarom Espinoza.

Tina Hernández