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La voz detrás de los míticos Guaiqueríes

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Lleno a reventar, como era de costumbre desde hacía ya algunos años. Colorido, al igual que todos los días de juego; repleto de impetuosos fanáticos que hacían tanto ruido, que era prácticamente imposible escuchar los pensamientos propios. El aforo era de unos pocos cientos de personas, pero ahí adentro cabía el alma entera de la isla. Así era el Gimnasio Francisco Verde Rojas de la ciudad de La Asunción, hogar durante muchos años de los Guaiqueríes de Margarita y testigo de la dinastía más notable del deporte venezolano.

Uno a uno salían los héroes enteros de una generación. Lewis Linder, Gerald Cunningham, Luis Lairet, Cruz Lairet, Luis Sosa, y los demás miembros de la plantilla debidamente uniformados. Todos los presentes centraban su atención en ellos y en absolutamente todo lo que hacían, pues eran los protagonistas e ídolos de miles de personas dentro y fuera de la isla. Los atletas entraban en calor, mientras en un costado de la cancha, a unos pocos centímetros de la línea lateral, se preparaban los encargados de llevar en vivo las proezas de aquellos héroes, a todos los rincones de Margarita y mucho más allá…

El 8 de mayo de 1950 nació en la parroquia de San Juan, Caracas, un muchacho a quien sus padres decidieron llamar «Miguel Ángel». El pequeño llevaría por apellidos «Romero Oronoz», cosa que en un futuro le haría sentir un profundo orgullo debido a la calidad humana y enseñanzas de aquella pareja que lo trajo al mundo. Sus primeros años no fueron fáciles económicamente hablando, pero tuvo la dicha de criarse en un hogar amoroso, rodeado de 7 hermanos, dos abuelas, una tía y por supuesto, papá y mamá.

A los 12 años se fueron a Valencia y un poco después se comenzó a apasionar por la narración deportiva. Aquel adolescente tenía una voz privilegiada sin saberlo, y en la privacidad que le ofrecían algunos momentos de soledad, intentaba imitar a Delio Amado León. El baloncesto no estaba de moda por aquel entonces y la existencia de una liga organizada a escala nacional era algo impensable. Poco tiempo después decidió incursionar de lleno en la locución. Seguía sin saber el giro que daría su existencia unos años después, a unos 470 kilometros de casa.

El tiempo se encargaría de hacer entender la importancia de aquella época

Llegada a la cabina

Consiguió el certificado nacional de locución y comenzó su andadura por la radio. Una de sus principales funciones era narrar noticias, pero llegó a hacer de todo en diversas emisoras. En algún momento se le presentó la oportunidad de trabajar en Maracaibo, aunque no duró mucho tiempo. Luego amplió sus horizontes a Barquisimeto, Portuguesa y finalmente Caracas. Un día como cualquier otro, mientras se encontraba en la capital, su jefe le notificó que se necesitaban dos locutores en el oriente de país; uno en Maturín y otro en la isla de Margarita.

Después de rogarle a su superior que le asignara al estado Monagas, consiguió que este accediera, pero con la condición de que fuera a Nueva Esparta por un mes y luego pidiera el cambio allá. Lo que no sabía Miguel es que esos treinta días se convertirían en más de veinte años. En unas cuantas semanas prácticamente ya era un margariteño más. Ocasionalmente iba jugar en la cancha Mata Illas, no era muy bueno pero lo disfrutaba bastante. Allí en algún punto se llegó a cruzar con los hermanos Lairet. En unos años volverían a verse, pero a los pocos metros de distancia que separan a los narradores de los jugadores…

En 1976 se llevó a cabo el nacional de baloncesto en Nueva Esparta. «Cheo» Figueroa, Aparicio Marcano y Carlos Acosta se interesaron en que Radio Margarita promoviera los juegos, y se acercaron a Romero, quien ara locutor, a comentarle la idea. Sin embargo, había un problema: él era un curtido hombre de radiodifusión, aunque no tenía experiencia alguna narrando baloncesto. De naturaleza irreverente, Romero tomó un manual de baloncesto y fue a estudiar la disciplina durante los entrenamientos. Aquella idea terminó en un rotundo éxito radial, que devendría en algo mucho más importante.

A veces el ruido era tal, que había que elevar la voz y la labor se hacía un poco más difícil de lo normal

Vociferar ilusiones

Romero se enteró de que un grupo encabezado por «Fucho» Tovar, Errol Irausquín, José Luis Bruzual y los ya mencionados Figueroa, Marcano y Acosta, querían traer una franquicia a la isla. Le comentó a Pedro Bellorín; su voz comercial, que le gustaría comprar los derechos de transmisión. Era una idea visionaria por parte de ambos, y estaban sumamente convencidos de que les podría ir bien y finalmente así lo consiguieron.

Unas semanas después, estaban sentados a un costado de la cancha del Verde Rojas. a Romero y Bellorín les acompañaban Víctor y Nancy Aguilera, quienes eran una pareja de periodistas de Fundaconferry que asumieron el reto de ser comentaristas. Miguel Malaver y Jesús Marcano estaban en los controles. De esta manera se convirtieron en las voces que le dieron vida a quienes consiguieron seis campeonatos consecutivos entre 1977 y 1982.

Ilustraron fielmente cada jugada de aquellas leyendas, dentro y fuera de la isla. Se convirtieron en referentes en Nueva Esparta. Las personas los reconocían, les preguntaban por los jugadores del equipo, los mesoneros apartaban momentos breves en sus turnos mientras les atendían, para hacerles preguntas sobre sus amados Guaiqueríes. Ellos no lo sabían, pero ahora formaban parte de uno de los fenómenos más grandes de toda Venezuela.

Se convirtieron en la conexión definitiva entre la fanático y las hazañas. Consiguieron traducir el mito y llevarlo a un sinfín de lugares. Aquel equipo fue legendario y pasó de ser una franquicia a un sentimiento entero. Romero y el staff de transmisiones formaron parte de eso, y aunque la humildad los lleve a negarlo, sus características voces fueron fundamentales en el surgimiento de la pasión Guaiquerí.

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Las cojedeñas que vencieron el desinterés de la sociedad

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Una mezcla indiscutiblemente jovial de risas y balones rebotando se puede escuchar ocasionalmente dentro de uno de los recintos más importantes de los llanos venezolanos. Se trata del segundo gimnasio más antiguo del país, el “Federico Sánchez” de Tinaquillo. Bajo su característico techo curvo, que una vez fue testigo del baloncesto profesional, se han gestado historias memorables y esta es sin dudas una de ellas.

Las carcajadas provienen de un grupo de muchachas vestidas con un llamativo color naranja. Se preparan para comenzar una de sus extenuantes jornadas de entrenamiento y como es de esperarse no pueden dejar de lado su alegría, a pesar de que llegar hasta allí no es sencillo. La felicidad entonces es lo que suele imperar en el sitio.

Esas prácticas suelen encontrar su apogeo en grandes jugadas ejecutadas con gran sutileza y en potentes impactos, que a primera vista parecen tener la capacidad de malograr a cualquiera que ose a emularlos. No importa, ellas están acostumbradas y hasta lo disfrutan, o al menos eso es lo que afirma su entrenador desde un costado de la cancha mientras las observa.

No se trata de un grupo de amigas que sencillamente decide reunirse para jugar y ya. Nada que ver. Son las actuales representantes de una extensa tradición baloncestística de grandes jugadoras cojedeñas. Esas muchachas son la selección estadal sub 17 y a diario tienen que pelear contra algunas adversidades como falta de apoyo y tratos desiguales con respecto a los basquetbolistas varones…

De generación en generación

Perdido su recuerdo en el paso de los años, Cojedes en algún momento llegó a tener un equipo femenino en la máxima categoría nacional: Llaneras. Eran un conjunto tremendamente talentoso, que hace algunas décadas representó el zenit del basquetbol local en la categoría de damas. Sin embargo, no fueron las únicas atletas destacadas en la disciplina.

A lo largo de la historia han surgido varias camadas de campeonas, que han conquistado títulos nacionales y han enaltecido el nombre de un estado al que difícilmente se le toma en cuenta a escala nacional. Estas actuaciones no son una tarea sencilla y mucho menos con la crisis económica venezolana que ha recrudecido en los últimos años.

Son entonces, las jugadoras de la selección sub 17, las actuales embajadoras de aquella tradición . Recientemente han incursionado exitosamente en varios torneos regionales y clasificatorios, y son una referencia en el país. No obstante, sus logros no han tenido la repercusión que merecen, en ocasiones debido a la falta de interés de algunos medios, aunque hay otro factor mucho más complicado con el que también tienen que lidiar.

Obstáculos más allá del tabloncillo

A pesar de que los entrenadores internos de la selección y gran parte del personal apoyan a las muchachas a sabiendas de la responsabilidad que ello conlleva, no es sencillo ser una atleta femenina en Venezuela. Muchas veces, el público en general trata a las mujeres de forma desigual con respecto a los deportistas varones, desmeritan sus logros e inclusive muchas personas llegan a decir cosas fuera de lugar.

“¡Juega como un hombre!”, se profiere desde las gradas ocasionalmente, como si las mujeres no tuviesen la capacidad de desenvolverse en el tabloncillo a su manera. De hecho, al preguntárselo a ellas, la gran mayoría de las diez integrantes del equipo responden que han escuchado este tipo de comentarios, se han sentido incómodas y consideran que si fueran jugadores masculinos las personas probablemente celebrarían un poco más sus triunfos. Pero en el fondo, han aprendido a afrontar este tipo de situaciones y hasta cierto punto les motiva demostrar que pueden llegar lejos sin importar su género.

Estos no son los únicos obstáculos con los que tienen que pelear las muchachas. Muchas veces carecen de instrumentos; desde balones con los cuales entrenar hasta uniformes. “No es lo mismo practicar con un balón nuevo que con los que usamos hoy en día. Estos ya tienen muchos años, están desgastados y pueden terminar siendo perjudiciales para ellas… Uniformes tenemos gracias a la mamá de una jugadora, quien ha gestionado todo para que una empresa nos apoye con eso”, señala José Lugo, entrenador del grupo.

El amor al juego, por encima de todas las cosas

A pesar de las adversidades, estas atletas se han mantenido firmes en su progreso, y definitivamente su motor ha sido el cariño que sienten por el baloncesto. Cada una de ellas tiene una historia personal por contar, pero a grandes rasgos los esfuerzos que se hacen son cuantiosos, aunque las gratificaciones también.

Escarlet Delgado, Leymerli Castillo y Daniska Malpica provienen de Macapo, una pequeña localidad rural de Cojedes. Todos los días de entrenamiento tienen que recorrer los poco más de 23 kilómetros que las separan de Tinaquillo, que suele ser el lugar en el cual se concentran. Por otro lado, Marian Varrone y Geraldin Pacheco son de San Carlos y Valencia respectivamente, lo que significa que de igual manera deben hacer un gran esfuerzo solamente por cumplir con algo tan aparentemente superfluo como una práctica, especialmente en una nación en la que escasea el combustible.

El grupo lo completan Aleska Salcedo, Anyely Contreras, Ariam Herrera, Laleska Sánchez y Karlys Leal, todas oriundas de Tinaquillo. A pesar de ello, también deben sacrificar muchas cosas para garantizar su continuidad en este deporte y de igual manera sus familias juegan un rol fundamental en su desarrollo.

El esfuerzo, sin embargo, no ha sido en vano como se mencionó previamente. Las jugadoras han sabido cosechar grandes logros y aprovechar las oportunidades que se les han presentado; muchas de ellas avizoran un futuro prometedor e inclusive hay algunas en el radar de la selección nacional. Aunque todo esto en el fondo también es secundario, pues todas destacan que lo más importante de su paso por los tabloncillos siempre serán las experiencias y la amistad que han podido forjar. Después de todo, no dejan de ser ese mismo grupo de muchachas que ríen alegremente antes de los entrenamientos bajo el característico techo del Gimnasio Federico Sánchez…

Toda la suerte del mundo para ellas.

Ángel Torres (@angelrafatorres1)

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José «El Jabao» Sojo renueva con Guaiqueríes

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El departamento de prensa de Guaiqueríes de Margarita anunció, durante el transcurso del jueves, que José «El Jabao» Sojo seguirá con la franquicia por una campaña más.

Esta es la segunda temporada del base armador con los insulares. Previamente ya había participado con Llaneros de Guárico y Spartans Distrito Capital, desde la creación de la Superliga en el año 2020.

Justamente, con Llaneros tuvo su mejor campaña en los albores de la SLB, al promediar 6.8 puntos, 2.6 anticipaciones, 3.2 asistencias y 4.5 rebotes por partido.

En la escuadra insular destacó gracias a su aporte defensivo, con un total de 1.2 robos cada encuentro. Además, cosechó 4.4 unidades, 3.2 rebotes y 1.8 asistencias por juego.

Esta es apenas la segunda renovación que Guaiqueríes hace pública a poco menos de tres semanas de iniciar la campaña. El otro basquetbolista que pactó una extensión fue Gendry Correa, aunque se espera que en los próximos días haya más novedades en la nómina.

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Guaiqueríes anuncia al uruguayo Mauricio Arregui

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Durante el transcurso del viernes, Guaiqueríes de Margarita anunció la incorporación del basquetbolista Mauricio Arregui, proveniente del baloncesto uruguayo.

Arregui es un jugador que puede desenvolverse cerca del poste bajo, con la posición de pívot como su rol natural dentro del juego. Cuenta con 2.00 metros de estatura y tres años de experiencia en la liga de Uruguay.

Originalmente debutó con el Bigua en la campaña 2021; allí registró 2.2 puntos y 2.2 rebotes por partido, en un total de 8 encuentros disputados. Posteriormente, pasó al conocido Club Atlético Goes, con quienes estuvo entre las zafras 2021 – 2022 y 2022 – 2023. En su participación más reciente con dicho conjunto cosechó 2.6 unidades y 1 rebote por compromiso. Aunado a esto, compartió vestuario con Néstor Colmenares, Windi Graterol y David Cubillán.

Guaiqueríes marcha en la segunda posición de la conferencia oriental, con 5 victorias y tan solo 1 derrota, únicamente por detrás de los invictos Cocodrilos de Caracas. Los neoespartanos recibirán el mes de abril con dos choques ante Marinos de Anzoátegui, pautados para los días 2 y 3.

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