José Salomón Rondón es el máximo goleador de la selección venezolana de fútbol y es uno de los jugadores de mayor técnica que han vestido la casaca vinotinto. El caraqueño suma más de 200 goles en el fútbol profesional y se ha ganado el respeto de entrenadores como «Rafa» Benítez y recientemente de Frank Lampard, su actual entrenador.
No obstante, las miradas de juicio frente al oriundo de Catia son persistentes, constantes, negativas y hasta destructivas… Términos como «acabado» o hasta «sobrevalorado» son palabras que se pueden leer en redes sociales en contra de Rondón, y curiosamente esas palabras vienen de boca de los mismos venezolanos, mientras que en otros lugares, se le ve a «Salo» con mucho cariño.
Antes de llegar al Everton, se corrían rumores de su llegada a Boca Juniors de Argentina y la euforia se notaba; programas especiales para hablar de su llegada como también las redes sociales colmadas de opiniones favorables hacia el venezolano. No obstante, su arribo no se dio por problemas financieros que ocurrían en la escuadra Xeneize.
Uno de los principales argumentos que utilizan los detractores de Salomón Rondón es una supuesta falta de compromiso con la selección, como su falta de gol en compromisos importantes; «solo le anota a Bolivia» se puede leer en comentarios de fanáticos, los cuales, parecieran no leer las letras pequeñas del fútbol. La jerarquía de «salo» en el terreno, su aporte táctico y su capacidad de lectura de juego son factores importantes para su valoración, tanto en selección como en los equipos por los que ha pasado, como en el Málaga, en donde estuvo en la primera participación de UEFA Champions League del equipo.
Además, «El Gladiador» no tiene más de 200 goles por solo suerte. Salomón es un atleta, altamente competitivo, asimismo Frank Lampard, entrenador del Everton lo afirmó en rueda de prensa «Cada día en los entrenamientos se mantiene punzante y cada día que pasa quiere estar mejor. Con su actitud al entrar a la cancha contribuye y ofrece algo distinto«.
Artículo de opinión escrito por Jesús Carnevali