Entre las numerosas vicisitudes de los deportes en Venezuela, encontramos situaciones como la de la noche del 18 de julio de este año: una goleada abultada en un escenario internacional. Me refiero al 4-0 propiciado por la selección de Brasil a la vinotinto en la Copa América Femenina. Esto se traduce en un caso particular en el cual, aunque las chamas lucharon cada balón, se es consciente de que este partido no es definitorio, ni sepulta a la representación nacional en dicha competición.
El contexto es sencillo, Venezuela ostentaba 6 puntos en 2 partidos, 3 goles marcados y 0 en contra antes de iniciar este cotejo, y si de algo estamos seguros es que Brasil —sea el escenario que sea en cuestión de futbol— es una cosa aparte. Evidentemente, el juego que será una batalla campal por el contexto de competición es en el que la selección venezolana se enfrente a la de Argentina, que viene con un nivel más parecido al de la vinotinto. Es por esto que desde que se presentaron las alineaciones iniciales, vimos una Venezuela más resguardada y cuidadosa en cuestión de nombres, y es que sin afán de menospreciar a ninguna muchacha, desde antes se estaba pensando en Argentina.
El partido fue practicamente cedido a la selección «Canarinha», que además fue la más incisiva y la que más ocasiones generó; al descanso Brasil ganaba 1-0. Sin embargo, fue en el complemento que la ofensiva «brazuca» se avivó, y bombardeó con todo dar a Venezuela. Igualmente, las criollas no dejaron de buscar descontar en el marcador… Los nombres de Mariana Speckmaier y Michelle Romero enardecían constantemente las intenciones de ataque; de igual forma, Maykerlin Astudillo tuvo tramos muy destacados en el transcurso del partido, sin embargo, fue imposible aplacar la furia «verdeamarela».
Y si desde antes de este juego se pensaba en la selección albiceleste, ahora la concentración se voltea por completo hacia ese encuentro, que definitivamente será el que le dé —o no— la clasificación a la vinotinto, que tiene muy altas expectativas en lo que respecta a sus fanáticos.
Artículo de opinión escrito por Jesús Carnevali